07 diciembre 2005

Recuerdos

The mission was acomplished.
Mi abuelo vuelve a tener internet, 10 horas de coche en dos días, y otras 4 ó 5 de ordenador en su casa, y ahora se pueden comer sopas en su máquina.

En esas diez horitas de coche, unas pocas de ida y otras tantas de vuelta, me ha dado por pensar, y de entre los pensamientos sobre todo recordar, recordar días perdidos en mi memoria, días que debían definir mi existir actual, días que me gustaría que definieran mi ser hoy. Días en los que fui, días.

Días en los que la imprudencia llenaba mis horas, días en los que mañana no existía, y si lo hacía a quien coño le importaba, días en los que lo único que regía mi existencia era conseguir lo que me propusiera, al precio que fuera, y las consecuencias me importaban un cojón, o menos, porque ni siquiera pensaba en las consecuencias, y algo que para ti no existe, no puede importarte, ni mucho, ni poco, ni nada.

¿Que hubiera pasado si algunas cosas hubieran sido como pretendí? ¿Que hubiera sido si no hubiese escuchado?

Y todas estas preguntas porque me siento vacío, y no encuentro como llenar mis horas, y si lo encuentro, y si lo conozco, me faltan los cojones para renunciar a todo y ser otra vez.

En fin ¿quien no tiene días tontos como yo hoy?

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

Todo el mundo tiene alguno. La dificultad radica en saber cuando has de hacer caso a eso que te marca en la cabeza, si a los días tontos o a los que no.

7/12/05 13:49  
Anonymous Anónimo said...

Alguna vez te ha dado por pensar en la cantidad de ramificaciones que salen en cada momento que pasa? Si en este mismo preciso momento... en lugar de escribir en tu blog... ¿y si hubiese estado estudiando? ¿Y si hubiese estado en el curro? ¿Y si hubiese estado buscando pelea en algún garito de mala muerte? ¿Y si hubiese ido de putas?
Las ramificaciones son incontables.
Yo también me he sentido muchas veces así: lo distinta que hubiese sido mi vida si, en ese momento, no hubiese escrito esa carta; lo cambiada que estaría si no me hubiese atrevido a dar el paso; que rara sería si, en lugar de de decir si, hubiese dicho "no: quiero seguir viviendo mi vida tal y como lo estoy haciendo ahora".
Pero eliges. Y no hay vuelta atrás (al menos no, si no eres un viajante entre planos de existencia).
Y lo único a lo que te puedes aferrar es al presente, ser consciente de que estás aquí y ahora porque, en gran medida, así lo has querido, y aprovechar el momento.

Carpe Diem. No mires atrás.

9/12/05 17:52  

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